Reseña por Paul Beekman Taylor
Paul Beekman Taylor es un historiador de Gurdjieff , autor de La invención de los Estados Unidos por Gurdjieff, La Filosofía de G.I. Gurdjieff, G.I. Gurdjieff: Una Nueva Vida, Gurdjieff en la Percepción del Público, Shadows of Heaven: Gurdjieff and Toomer, y Gurdjieff y Orage.
Si existe un mejor lector de la Primera Serie de De Todo y de Todas las Cosas,—Una Crítica Objetivamente Imparcial de la Vida del Hombre—no sé quién podría ser. Buzzell explora el texto de Gurdjieff con precisión quirúrgica, pero no buscando alguna afección, sino para recabar el tesoro de conocimiento encriptado en porciones vitales del ser humano. El libro de Buzzell refleja el cuerpo humano con sus centros esenciales: físico, emocional, e intelectual. Se ocupa particularmente del cerebro humano—quizás se podría emplear “la mente humana” como expresión complementaria, pero Buzzell deliberadamente evita explorar muchos de los senderos de ese complejo laberinto que denominamos la mente, un término cuya etimología incluye, apropiadamente, la acepción “imagen.” La mente es el panel de control dotado de los medios para armonizar las interacciones entre los tres centros, y la consciencia, cuya Fuente es la Eternidad, el pináculo de la concepción de Dios que tiene Gurdjieff. Algunos lectores podrían considerar que este libro bien podría llevar por título Una Nueva Concepción de la Creación de Dios. El creador está implícito en esta vasta y detallada exposición de la anatomía y la fisiología de la especie humana y su universo, tanto cercano como lejano. Por un lado, Buzzell brinda a su lector el mapa del universo hecho por Gurdjieff y una tabla periódica de aquellos elementos, tanto materiales como morales, que constituyen a un ser humano. Por otro lado, su obra es la exégesis de un texto que existe como guía psicológica y espiritual para el conocimiento y la comprensión de qué es el ser humano y cuál es su propósito en la Tierra.
En un nivel de significado, la conclusión de Buzzell es que existen, en cada uno de nosotros, posibilidades de armonización de nuestros centros anatómicos y de sus energías. Resulta particularmente persuasivo en la lectura que hace de la explicación de Gurdjieff sobre los usos positivos y negativos de la energía sexual para el centro intelectual, el emocional, y el instintivo-motor. Señala la importancia de la propia voluntad, atención, observación de sí, y recuerdo de sí.
Buzzell deja bien en claro que la dedicación y claridad del esfuerzo que imprime Gurdjieff en su exposición tienen como meta el bien de la humanidad. Nos nutre a todos la alineación que realiza Buzzell entre la “Ciencia Objetiva” de Gurdjieff y el complejo conjunto de investigaciones y hallazgos contemporáneos en los ámbitos de la tecnología, la fisiología, y la psicología. En cierto sentido, Buzzell está descifrando un mensaje encriptado, que ha sido puesto con toda intención, fuera del alcance de las posibilidades del análisis estereotipado ordinario.
Tengo muy pocas observaciones que hacer respecto del estilo de Buzzell. Como filólogo, sin embargo, debo decir que no se corresponden con la profundidad de su obra, las referencias que hace Buzzell a Wikipedia, Encyclopedia Britannica y diccionarios de uso común. No encuentro en ninguna de mis fuentes académicas, la equivalencia entre el término francés raison y el término griego logos. Orage, cuando colaboraba con Gurdjieff, recurría constantemente al Oxford English Dictionary, y gran parte de las interpretaciones que hacía Gurdjieff sobre vocablos del idioma inglés, bien pueden haber estado basadas en lo que le había referido Orage. Para citar un ejemplo, si Orage analizaba con él la etimología de la palabra “cuerpo”, (Nota del traductor: en inglés: “body”, que tiene, en dicho idioma una afinidad histórica con los términos “cuba”, “barril”, o “tina”). En la época de Orage, la palabra “buffer” se empleaba para el objeto que los Estadounidenses denominan, “bumper.”. Cabe preguntarse cuánto del vocabulario empleado por Gurdjieff en Relatos de Belcebú estuvo teñido por el Inglés de Orage.
Si bien la obra de Buzzell no es de facil lectura, y uno se ve tentado a leerla con cierta premura en lugar de dedicarle la máxima capacidad de lectura necesaria para adentrarse en su discurso científico, si logramos concentrar nuestra atención, accedemos a la recompensa de la comprensión. En mi condición de historiador de ideas, encuentro, con respecto a la aseveración de Gurdjieff, citada por Ouspensky, de que el Absoluto “crea . . . un plan general para todo el resto del universo, que luego tiene un desarrollo mecánico” (pag. 287) una sólida consonancia con las explicaciones de Platón y de Aristóteles sobre cómo se manifiesta la fuerza creadora. En efecto, nada encuentro en este cuidadoso y abarcativo análisis que realiza Buzzell que no tenga fundamento tanto en la sabiduría tradicional como en las más avanzadas teorías científicas.
Suiza, 21 de mayo, 2013
